Por Patricia Zapor, Catholic News Service

WASHINGTON (CNS) -- Con el reloj en conteo regresivo hacia la visita del papa Benedicto XVI a Cuba de 26 al 28 de marzo, los esfuerzos para aumentar protestas públicas pacíficas estaban siendo enfrentados con severa acción gubernamental.

Más de 70 miembros de las "Damas de Blanco" fueron arrestadas durante una marcha los días 17 y 18 de marzo mientras intentaban realizar marchas desde el hogar de su difunta líder, Laura Pollán, para marcar el aniversario de la acción del 2003 contra disidentes, conocida como la Primavera Negra de Cuba. Ellas fueron liberadas unas horas más tarde, según informes noticiosos.

Las acciones gubernamentales fueron censuradas por un portavoz del Consejo Nacional de Seguridad en una declaración de la la Casa Blanca y por un cubanoamericano miembro del Congreso durante un discurso en el pleno de la Cámara.

Durante años las Damas de Blanco han realizado marchas silenciosas para protestar el encarcelamiento de sus esposos, hijos y hermanos. Los últimos de los presos fueron liberados durante la pasada primavera bajo un acuerdo negociado por el cardenal Jaime Ortega Alamino de La Habana. Pero las protestas contra las restricciones gubernamentales han continuado y las mujeres han procurado una audiencia con el papa durante su visita.

Tommy Vietor, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, dijo en una declaración del 19 de marzo que la detención de las mujeres "enfatiza el desdén de las autoridades cubanas por los derechos universales del pueblo cubano. La silente dignidad de las Damas está en claro contraste con los actos de aquellos que están obstaculizando las aspiraciones básicas del pueblo cubano".

Vietor hizo un llamado a las autoridades a "abandonar sus tácticas de intimidación y hostigamiento para reprimir la disensión pacífica". Él dijo que el presidente Barack Obama y el pueblo estadounidense "se mantienen firmes y al lado de las Damas y de otras voces valientes de la sociedad civil cubana para demostrar el deseo del pueblo cubano de determinar libremente el futuro de su país".

Hablando el 20 de marzo ante el pleno de la Cámara, la representante Ileana Ros-Lehtinen, republicana de Florida, hizo un llamado al papa a "apoyar públicamente las aspiraciones del esclavizado pueblo cubano a ejercer sus derechos dados por Dios".

Ella censuró el uso de detención a corto plazo de parte del gobierno cubano "para intimidar y silenciar las voces de estos valientes cubanos que se manifiestan en contra de la tiranía y la opresión".

"Es mi esperanza que el papa Benedicto se reúna con estos valientes disidentes y alumbre las luchas del pueblo cubano que está viviendo bajo el dominio de los opresivos hermanos Castro", ella dijo. "Insto a la Iglesia Católica a expresar su apoyo y solidaridad con la oposición pacífica interna y a escuchar las voces de los disidentes que anhelan la libertad".

El Miami Herald informó que a las Damas de Blanco se les dijo que ya no podrían realizar sus protestas públicas porque los presos habían sido liberados. También se les dijo que no podrían montar una protesta planificada fuera de la Misa papal en La Habana el 28 de marzo, aunque se les permitiría asistir a la Misa, según el Herald.

Mientras tanto, intentos de montar protestas en iglesias católicas en otras partes del país han enfrentado oposición eclesiástica y gubernamental.

La sede de Internet de la conferencia episcopal cubana publicó el 17 de marzo una declaración detallada de parte del obispo Emilio Aranguren Echeverría de Holguín explicando las circunstancias bajo las cuales él hizo que 18 personas fueran expulsadas de la catedral San Isidro después que intentaran ocupar la iglesia como manifestación política.

El obispo Aranguren dijo que les dijo a las personas que intentaban quedarse dentro de la iglesia después de su horario normal que su protesta, particularmente su conversación, uso de teléfonos móviles y cámaras, era un uso inapropiado del edificio.

Un esfuerzo similar de ocupar la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad de El Cobre en La Habana una semana antes terminó con la remoción de 13 personas que se habían asentado en la iglesia durante más de 48 horas, interrumpiendo las Misas diarias. En una declaración del 15 de marzo, Orlando Márquez, portavoz de la Arquidiócesis de La Habana, dijo que las personas se fueron voluntariamente después que el cardenal Ortega y las autoridades gubernamentales les aseguraran que podrían regresar a sus casas sin incidente. 

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