Aaron Matthew Weldon

3 de julio de 2015

“Todo está relacionado”. Esta frase resuena una y otra vez en la reciente encíclica del Santo Padre, Laudato Si. El Papa Francisco presenta una visión integral. Nuestra actitud hacia nuestro hogar común es inseparable de nuestra actitud hacia los que están aún en el vientre materno, los pobres y todos los vulnerables. Las crisis de nuestra época han surgido porque nos negamos a recibir con humildad, alegría y asombro la creación de Dios.

Francisco propone una “ecología integral”, un enfoque para cuidar la Creación que se basa en la convicción cristiana de que la Tierra, y todo lo que se encuentra en ella, es un regalo de nuestro Padre bondadoso. Todo está relacionado, y por lo tanto debemos resistir la tentación de ver los problemas que enfrentamos hoy de manera aislada. No podemos cultivar una cultura de la vida y a la vez arruinar el planeta. No podemos arreglar el caos de una sociedad consumista si pasamos por alto el valor de la vida humana.

Cuidar la Creación es una consecuencia natural de nuestro compromiso de proteger toda la vida humana. Por ejemplo, el agua contaminada causa defectos congénitos. Quienes marchamos en defensa de la vida también debemos asegurarnos de que las familias tengan agua potable para sus hijos. En nuestros diferentes lugares en la vida, podemos cultivar una ecología humana teniendo en cuenta cómo nuestras acciones afectan las vidas de los más vulnerables.

Resulta fundamental examinarnos a nosotros mismos y pensar en cómo recibimos el mundo que Dios nos da. Estamos inmersos en una cultura de lo desechable, que ejerce presión sobre nosotros. En nuestra sociedad de consumo, somos proclives a pensar en nuestro entorno, e incluso en la gente, como objetos que nos ayudan a cumplir nuestros deseos egoístas. Los hábitos que se forman en la cultura de lo desechable deben cambiar y tomar una nueva dirección. Debemos cuidar nuestra vida interior y aprender a recibir la Creación como un regalo, siempre recordando la dignidad única de cada ser humano.

El Papa Francisco nos recuerda que todo proviene de Dios y puede mostrar a Dios. Un pez o un saltamontes, una pradera o un cañón, cada cosa tiene su propio encanto y debe ser admirada como parte de la obra de nuestro Creador, no solo por los beneficios que nos aporta. Cuando podemos ver la Creación en toda su gloria, nos acercamos a vivir una ecología integral. En la cultura de lo desechable, la Tierra es solo buena como fuente de energía. En una cultura de la vida, la Tierra es un ecosistema integral que nos indica que hay un Dios bondadoso que disfruta al llenar el mundo con diversas criaturas y paisajes.

El Papa ofrece sugerencias simples para cultivar la gratitud y la reverencia. Sugiere que si rezamos antes y después de las comidas nos sentiremos inspirados para dar gracias por los alimentos que recibimos. Destaca la importancia de descansar el domingo. Teniendo esto en mente, ofrezco un posible ejercicio. Elija algún objeto aparentemente sencillo y reflexione sobre su complejidad y grandeza. Considere hacer esto con un objeto diferente de la Creación cada día. Dediquemos tiempo a cultivar un espíritu de gratitud y asombro por la belleza de la Tierra, la cual llega a su punto máximo en la criatura más maravillosa: el ser humano. Dicha actitud fomenta una cultura de la vida.



Aaron Matthew Weldon es asistente de personal para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife o síganos en Facebook en www.facebook.org/peopleoflife.

 

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