GregSchleppenbach

24 de junio de 2016

Tuve el privilegio de asistir al Desayuno de Oración Nacional Católico de 2016 en Washington, D.C. El orador principal fue su Eminencia el Cardenal Robert Sarah, que actualmente encabeza la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano. La charla y el relato de vida del Cardenal pueden inspirar a todos los que trabajan para difundir el Evangelio de la Vida.

En 1979, a los treinta y cuatro años, el Padre Sarah fue designado por el Papa Juan Pablo II como Arzobispo de Conakry, en la nación de Guinea, en África occidental. Ochenta y cinco por ciento de la gente era musulmana y la Iglesia estaba oprimida por un dictador marxista, Sekou Toure, que había encarcelado al arzobispo titular.

El Padre Sarah, que estaba preocupado y se sentía poco preparado para desempeñar este importante papel, expresó su deseo de rechazar la designación. Pero eso no era una opción para el Papa Juan Pablo II.

El Padre Sarah, con plena fe en Dios, aceptó la designación y eligió como su lema episcopal "Sufficit tibi gratia mea" ("Te basta mi gracia"). Estas palabras, de la Segunda carta de San Pablo a los corintios (12,9), son la respuesta de nuestro Señor a la súplica de San Pablo de ser liberado del "aguijón" continuo de la tentación y los problemas.

Nuestro Señor, después de garantizarle a Pablo la suficiencia de su gracia, ofreció su aparentemente paradójica razón: "mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad". Luego San Pablo abrazó el camino de la debilidad con fe renovada: "Con mucho gusto, pues, me preciaré de mis debilidades, para que me cubra la fuerza de Cristo. Por eso acepto con gusto lo que me toca sufrir por Cristo: enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias. Pues si me siento débil, entonces es cuando soy fuerte" (2 Cor 12,10).

Siguiendo su lema episcopal, el Cardenal Sarah valientemente tomó toda oportunidad para contar la verdad al poder, desafiando la opresión y las injusticias de Sekou Toure. Las acciones del Arzobispo Sarah lo pusieron en el primer lugar en la lista de asesinatos del dictador.

Aunque su valentía frente a una persecución con riesgo de muerte es inspiradora de por sí, lo es aún más debido a sus insistentes sentimientos de no estar capacitado para ser Arzobispo.

En su libro, Dios o nada, el Cardenal Sarah explica cómo "cientos de horas de oración" lo llevaron a la siguiente conclusión: "lo peor que podía sucederme era la muerte, mi vida no era nada en comparación con las escandalosas injusticias, la tremenda pobreza y los inefables horrores que veía cada día. Debía hablar, aunque mi vida estuviera en peligro".

Al finalizar su discurso, el Cardenal Sarah ofreció "tres humildes sugerencias" para guiarnos.

Primero, sean proféticos. "Si no hay visiones el pueblo vive sin freno" (Proverbios 29,18). Segundo, sean fieles. "Proclamen la verdad y no sean silenciados con el miedo" (Santa Catalina de Siena). Y tercero, recen.

Las palabras y el ejemplo del Cardenal Sarah ofrecen la inspiración y el ánimo necesario a todos los que luchan contra la cultura de la muerte y que algunas veces no se sienten capacitados para dicha labor y piensan en darse por vencidos. Tengamos siempre presentes las palabras de Dios a San Pablo mientras proclamamos el Evangelio de la Vida: "Te basta mi gracia".


Greg Schleppenback es subdirector del Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite: www.usccb.org/prolife.