Recursos Familiares - Hna Janet Schaeffler OP

Catechetical Sunday 2016 Poster in Spanish

Cartilla de oración para padres y familias

por la Hermana Janet Schaeffler, OP

Hace algunos años, mi sobrino nieto de seis años murió repentinamente. Unos días antes de la muerte de Tyler, yo estaba cuidando de él y su hermana recién nacida. Cuando estaba alimentando a Abby, Tyler se sentó allí, continuando incesantemente una deliciosa conversación. De repente, dijo: "Sabes, Janet, Dios es parte de cada familia". No estoy muy segura de qué lo hizo decir eso en ese momento. Cada vez que rememoro ese instante, experimento diversas emociones y recuerdos.

Una constatación que sus palabras me gritan es el poder de la oración en la familia: la oración en familia ayuda a hacer tangible la realidad de que nunca estamos solos; que Dios está íntimamente con nosotros, siempre y en todas partes, y de forma única en la vida familiar. El Concilio Vaticano II restauró la antigua creencia de la "iglesia doméstica", de la iglesia familiar (Lumen Gentium, no. 11). La primera y más importante manera en que la mayoría de las personas experimentan a Dios es dentro de las relaciones familiares y los encuentros de la vida cotidiana dentro de la familia. La oración es lo que une a la familia: es el poder que posibilita el reconocimiento de Dios en ella siempre y en todas partes, y la fuerza que la sostiene en el curso de su vida llena de fe en su mundo 24/7.

El llamado a la santidad es vivido por la mayoría de las personas dentro de su vida familiar cotidiana. La gente es santa al "entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo" (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2013). Estas dos maneras de vida están entrelazadas; la oración, especialmente la oración en familia, lleva a la acción. El papa Francisco afirmó enérgicamente que "se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad… Existe el riesgo de que algunos momentos de oración se conviertan en excusa para no entregar la vida en la misión" (Evangelli Gaudium, no. 262). La vida familiar y la oración en familia —por estar arraigadas en la "desprolijidad" y las alegrías de la vida real— siempre conectan a los miembros de la familia con las necesidades de los demás.

Dos recordatorios fundamentales

Primer recordatorio 

La oración en familia fluye de la vida cotidiana. A veces, cuando pensamos en la oración en familia, pensamos que toma mucho tiempo, mucho trabajo. Podríamos pensar que tenemos que duplicar lo que hacemos en la iglesia. Aunque las familias pueden usar las oraciones de la Iglesia (la Liturgia de las Horas, la lectio divina, el rosario, etc.), la oración en familia fluye de lo que está sucediendo en todos los momentos del día.

Algunas ideas para entretejer la oración en la vida familiar cotidiana son:

Cuando sucede algo bueno, deténganse y recen una oración de acción de gracias de una sola frase. Cuando algo está preocupando a alguien de la familia, hagan una pausa y oren pidiendo la fortaleza de Dios. Cuando oyen hablar de alguien —o alguna parte de nuestro mundo— que está experimentando un momento difícil, deténganse para orar, pidiendo el cuidado de Dios por las personas implicadas, y que tengan ustedes el tiempo y la sensibilidad para ayudar.

Programar un momento cada día. Aunque la oración puede (y debe) tener lugar a lo largo del día ordinario, lo que es importante para nosotros necesita tiempo designado. Sólo hay un mejor momento: el mejor momento para su familia. Para muchas familias, podría ser la hora de comer o la hora de dormir, pero cada familia necesita encontrar el mejor momento y reservar ese momento tanto como sea posible para la oración.

Orar con la Escritura. Inviten a cada miembro de la familia a identificarse con una de las personas que aparecen en el pasaje de la Escritura o ponerse en la escena (por ejemplo, uno de los niños que se acercaron a Jesús). Compartan reflexiones sobre lo que piensan que Dios quería que escuchen hoy. Utilicen el formato de la lectio divina para escuchar, reflexionar y decidir cómo vivir este mensaje de la Palabra de Dios en el mundo.

Prestar atención a los salmos. ¿Prestamos tanta atención al Salmo responsorial como a las otras tres lecturas de la liturgia de fin de semana? Son poderosas oraciones de agradecimiento, adoración, intercesión y petición. Cada día, recen (o canten) la respuesta de una línea del salmo del fin de semana. Las familias también podrían decidir detenerse una vez al día, en un momento dado, para rezar la línea que han elegido. Ya sea en el trabajo, en la escuela o en casa —dispersos en sus actividades diarias—, todos los miembros de la familia están unidos en la oración al mismo tiempo.

Horas de comer. A menudo, las familias rezan nuestra tradicional oración de bendición; a veces, también podrían utilizarse otras bendiciones u oraciones de intercesión. Hagan circular una foto de un pariente o amigo que está enfermo, cada uno orando por esa persona. Canten un canto de la liturgia del domingo. Compartan la señal de la paz. Oren salmos de alabanza y acción de gracias, por ejemplo, Sal 63:2-9; 104:13-15; 111; 146:1-2, 5-10; 107:8-9; o el Magnificat de María, Lc 1:46-55.

Hora de acostarse. ¡Qué más grande manera de terminar el día que en la oración en familia! Hay innumerables maneras de orar cuando el día termina. Para muchas personas, especialmente para los niños, tener un ritual establecido y conocer innatamente el proceso suscita comodidad y seguridad. Muchas familias terminan el día con una oración de agradecimiento, que puede adoptar muchas maneras, tales como nombrar las personas y acontecimientos en forma de letanía, o llevar un diario de gratitud familiar de oraciones de gratitud a Dios. Algunas familias utilizan una adaptación de la forma de oración de la tradición jesuita, el examen de conciencia. El examen puede acrecentar la conciencia de lo que está pasando en nuestra vida cotidiana, proporcionando tiempo para que todos den gracias a Dios por los dones, así como para llevar a Dios las luchas que atravesamos. Una forma de adaptarlo para el uso familiar es invitar a cada persona a compartir sus pensamientos sobre estas cuestiones. Hoy, ¿qué fue lo mejor o lo peor que les pasó? ¿Cuándo amaron hoy? ¿Cuándo no amaron? ¿De qué acontecimiento o momento de hoy están más agradecidos? ¿De qué momento están menos agradecidos? ¿Cuándo compartieron hoy? ¿Qué podrían haber compartido y eligieron no hacerlo? Después de que cada persona haya nombrado sus momentos, otro miembro de la familia puede orar por esa persona, agradeciendo a Dios por lo mejor que le ocurrió o por los momentos de amor, y pidiendo a Dios que ayude a esa persona con lo peor que le ocurrió o los momentos que podrían haber sido mejores.

Bendiciones. Las bendiciones familiares tienen una rica historia que se remonta al Antiguo Testamento, en que Abraham, Isaac y Jacob bendijeron a sus hijos. En el Nuevo Testamento, Jesús bendijo a los niños. San Ambrosio, en los primeros tiempos de la Iglesia (338-397), dijo: "No serán ricos, tal vez nunca puedan legarles a sus hijos grandes posesiones; pero una cosa sí pueden darles: la herencia de su bendición. Y es mejor recibir una bendición que ser rico".

Los obispos de los Estados Unidos nos recuerdan que hay bendiciones tales como "las contenidas en Catholic Household Blessings and Prayers, que pueden ser rezadas por todos los que hayan sido bautizados, 'por la eficacia del sacerdocio común, del que se han hecho partícipes por el bautismo y la confirmación' (Ritual de bendiciones, no. 18). Las bendiciones dadas por laicos son celebradas en virtud de su propio cargo, como los padres con respecto a sus hijos" (Sacramentals (Blessings), sitio web de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos; versión del traductor).

Las bendiciones familiares pueden ser parte de la vida cotidiana (al salir a la escuela o al trabajo, al final del día, en las comidas, etc.), o pueden tener lugar durante acontecimientos más situacionales (aniversarios del Bautismo y la Primera Comunión, el primer empleo, enfermedad, graduaciones, etc.).

Orar en pasajes de la vida. Los cumpleaños y aniversarios son naturales, pero ¿qué hay de también prestar atención y orar por la primera licencia de conducir, el nuevo hogar, el inicio del año escolar, etc.?

Segundo recordatorio

Conéctense con los acontecimientos de su mundo, el mundo y nuestra vida de fe. El Día de la Madre, el Día del Padre, el Día de la Tierra, el Día Internacional de la Paz (21 de septiembre) —por nombrar unos cuantos— son ricas oportunidades para conectar la fe y la vida cotidiana. Celebren el día con oración, ritual y reflexión.

Hagan que su oración en familia toque su oración pública (nuestra liturgia del domingo). Antes de la celebración dominical, lean juntos las lecturas bíblicas y conversen de las personas y situaciones sobre las que deseen orar durante la Oración universal. Después de la liturgia, discutan las lecturas y la homilía, y hablen de cómo cada miembro de la familia experimentó el amor de Dios durante la liturgia.

Orar el año litúrgico. En nuestras parroquias oramos todo el año litúrgico; nuestros hogares pueden hacer lo mismo. Orar dentro del año litúrgico demuestra no sólo el mutuo lazo de la familia, sino también su íntima conexión con la parroquia y la iglesia universal. Hay un rico tesoro de oraciones y rituales para Adviento, Navidad (los doce días), Cuaresma, Pascua-Pentecostés (los cincuenta días) y el tiempo ordinario, que pueden marcar nuestros días dentro de la familia. Los días de fiesta se pueden celebrar: el día del santo de cada persona, así como un santo elegido "por la familia, para la familia" como testigo de un valor importante para la familia. Las fechas de bautismo, cumpleaños y aniversarios son ocasiones en que la oración puede ser entretejida en la celebración.

La oración en familia nos une a Dios y entre nosotros. La oración en familia nos forma para nuestra vida cotidiana: para nuestra vida de discipulado. Las diversas formas de oración aprendidas en casa "no son lujos, devociones para los pocos, sino las fibras que unen a la persona bautizada a Cristo, a la Iglesia y unos a otros. Sin ellas vamos a la deriva" (Catholic Household Blessings & Prayers, 7-8; versión del traductor).



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