Quinta Parte: Ejecución del Plan Pastoral

Hijos e Hijas de la Luz: Plan Pastoral para el Ministerio con Jóvenes Adultos
12 noviembre, 1996, United States Conference of Catholic Bishops.



Cómo Empezar

El valor de cualquier plan depende de la capacidad de la comunidad local de poner en práctica sus estrategias, ya sea en la diócesis, parroquia, ciudad universitaria, capellanía castrense o en una organización. Esta sección del Plan Pastoral ayudará a los que se encargan de la planificación pastoral a fin de empezar su realización. A lo largo de todo este proceso, sigan rezando al Espíritu Santo, pidiéndole sabiduría, compresión y guía. Abajo presentamos diez pasos para empezar su labor de acercamiento y ministerio.

1. Formen un equipo principal para que se encargue de la evaluación, planificación y ejecución. Este puede estar integrado por jóvenes adultos que ya hayan mostrado algún interés o liderazgo en la parroquia o ciudad universitaria o por jóvenes adultos que los miembros del personal conozcan bien. Los demás miembros de este equipo principal pueden ser del consejo pastoral de la parroquia o de la universidad, del personal profesional y de adultos o jóvenes adultos interesados. Dependiendo de las circunstancias, se le podría pedir a un grupo ya existente que se encargue de la evaluación, la planificación y la ejecución del plan. Si la Iglesia local cuenta con jóvenes adultos de diferentes grupos étnicos y culturales, consulte con ellos para seleccionar el mejor método para la evangelización y el ministerio. En el equipo principal, se debe contar con dos o tres personas de cada grupo étnico mayoritario. Esto, inclusive, es mucho más importante cuando existen grupos que hablan diferentes idiomas o cuando la comunidad eclesial es muy diversa. Una vez que se forme el equipo principal, este debe estudiar el plan de acción. Es necesario también brindar una educación continua al equipo principal, al personal y a otros líderes del ministerio.

2. Evalúen la situación en su comunidad local. Tomen en cuenta las siguientes preguntas para evaluar la situación actual de los jóvenes adultos—tanto solteros como casados—en la vida eclesial. ¿Qué sabe la comunidad acerca de estos jóvenes adultos? ¿Qué percepción tienen los jóvenes adultos de la comunidad eclesial local? ¿Con qué facilidad participan los jóvenes adultos y los recién llegados? ¿Es la comunidad sensible y responsiva a las necesidades de los jóvenes adultos, sobre todo a aquellas de los alie-nados o sin iglesia o de los diferentes grupos étnicos? ¿De qué manera se relacionan los temas que hemos presentado con las vidas de los jóvenes adultos? ¿Cómo los estimulan y desafían las prédicas para que tengan una fe más profunda y los lleve a la acción? Use los principios que aparecen en este plan para desarrollar otras preguntas para una evaluación.

3. Hagan un inventario de lo que ya está ocurriendo. Identifiquen los programas dirigidos a jóvenes adultos que ya están funcionando en la comunidad y los programas en donde los jóvenes adultos forman parte de una pastoral o ministerio más amplio. Determinen cuántos jóvenes adultos hoy en día participan en estos programas, ministerios y apostolados. Traten de determinar cuántos jóvenes adultos viven en la comunidad, pero no tienen participación alguna. Cuando sea posible, investiguen sus edades, si son solteros, casados o si están comprometidos, divorciados o si se encuentran solteros nuevamente. Traten de investigar por qué algunos jóvenes adultos participan en la vida eclesial y otros no.

4. Eduquen y proporcionen información. Reúnan al liderazgo de la diócesis, parroquia y/o de la universidad para que estudien este plan de acción. Identifiquen cómo la Iglesia local puede ser más accesible a los jóvenes adultos. Inviten a varios jóvenes adultos de distintos grupos étnicos para que participen en la comunidad. Gestionen la capacitación en liderazgo y en el trabajo con grupos pequeños. Pidan ayuda a la oficina diocesana para jóvenes adultos.

5. Mejoren el interés, la participación y la integración. Determinen cómo la diócesis,
parroquia o pastoral universitaria invita a jóvenes adultos a involucrarse en programas, ministerios y apostolados. Desarrollen una estrategia práctica decidiendo los pasos necesarios para mejorar el proceso de acercamiento a jóvenes adultos. Utilizen las cuatro metas de este plan y la aportación de los jóvenes adultos; ellos sabrán qué es lo que funciona mejor entre sus compañeros.

6. Inviten y sean acogedores. Desarrollen una respuesta basada en el acercamiento personal hacia los jóvenes que aún  no participan, no tienen iglesia o han dejado la Iglesia.

7. Ofrezcan actividades, organizaciones y programas nuevos. Una vez que el liderazgo de la comunidad haya determinado la situación de los jóvenes adultos, utilizen las oportunidades que se presenten y organizen actividades, organizaciones y actividades nuevas. Utilizen las metas, objetivos y las estrategias sugeridas como punto de partida para su labor de acercamiento y ministerio.

8. Identifiquen las actividades e iniciativas de los compañeros. Algunas veces, será necesario crear programas similares, pero separados, para la juventud adulta. Los adultos mayores no siempre van a sentirse cómodos de trabajar con jóvenes adultos, y a veces, algunas actividades se realizan mejor dentro de un grupo afín. Comprendan que la movilidad y los horarios de los jóvenes adultos exigen más flexibilidad y programación. Quizás ellos no se puedan compro-meter a asistir a programas semanales o de varias sesiones, pero sí a programas individuales o a actividades que se llevan a cabo en una sola sesión.

9. Establezcan un plan de ejecución de varios años. Fijen un plan de ejecución de tres años de duración que cuente con objetivos prácticos y alcanzables, basados en las cuatro metas de este plan. Identifiquen pautas específicas para medir su éxito. Evalúen sus esfuerzos de forma repetida y constante. Discutan la provisión de fondos con la parroquia y con el liderazgo diocesano.

10. Mantengan la visión. Mantengan la visión de la pastoral con jóvenes adultos en primer plano y deje que guíe su trabajo. Cuando las iniciativas no salen como se esperaba, hay que examinarlas y hacer una crítica constructiva, pero sin renunciar a la visión. Identifiquen a aquellas personas, local y nacionalmente, que puedan servir de mentores y de apoyo. Pónganse en contacto con las organizaciones nacionales cuya misión es continuar el acercamiento efectivo y la pastoral con los jóvenes adultos.

La Iglesia, al invertir en los jóvenes adultos de hoy, recibirá mucho más en el futuro en forma de corresponsabilidad, liderazgo y vocaciones. Más aún, la inversión que los jóvenes adultos hagan en la Iglesia, se multiplicará debido a sus talentos, habilidades, educación y deseo de servir.
Kris Egan, Iowa