Lecturas de Hoy

Memoria de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia

Lectionary: 557

                                                       Común de vírgenes

 

Primera lectura

1 Jn 1, 5–2, 2
Queridos hermanos: Éste es el mensaje que hemos escuchado de labios de Jesucristo y que ahora les anunciamos: Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la verdad. Pero, si vivimos en la luz, como él vive en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.

Si decimos que no tenemos ningún pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si, por el contrario, confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso y no hemos aceptado verdaderamente su palabra.

Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el Justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.

Salmo Responsorial

Del Salmo 102

R. (1a) Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía,
y todo lo que soy, su santo nombre.
Bendice al Señor, alma mía,
y no eches al olvido sus favores.
R. Bendice al Señor, alma mía.
Pues el Señor perdona tus pecados
y tus dolencias cura;
él rescata tu vida del sepulcro
y te colma de amor y de ternura.
R. Bendice al Señor, alma mía.
El Señor es clemente y bondadoso,
lento al enojo. Pronto a la indulgencia;
no está siempre acusando
ni su rencor por siglos alimenta.
R. Bendice al Señor, alma mía.
Como un padre amoroso con su hijo
así es tierno el Señor con quien lo quiere;
pues sabe bien de lo que estamos hechos
y no olvida que somos barro débil.
R. Bendice al Señor, alma mía.
El amor del Señor
por siempre permanece,
y su justicia llega hasta los hijos
y a la generación siguiente
de los hombres que cumplen con su alianza
y sus leyes recitan y obedecen.
R. Bendice al Señor, alma mía.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
R. Aleluya.

Evangelio

Mt 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera’’.

 

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.