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Statement: Toward a Responsible Transition in Iraq, January 12, 2006 - en Español

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Year Published
  • 2013
Language
  • English
WASHINGTON (Enero 12, 2006) – Haciendo un llamado a un diálogo cortés nacional que llevará a una transición responsable en Irak, el Presidente del Comité de Política Internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) dijo que tal diálogo puede ayudar a nuestra nación a trazar un curso de acción que satisfaga las “dimensiones tanto morales como humanas de la situación en Irak”.

“Nuestra nación no se puede permitir el lujo de un debate estridente y banal que distorsione y reduzca las opciones a ‘largarse’ versus ‘aguantar hasta el fin’”, dijo el Obispo Tomás G. Wenski de Orlando.  “En cambio, necesitamos una franca discusión que comience con una evaluación honesta de la situación en Irak y reconozca tanto los errores que se han cometido como los signos de esperanza que han aparecido.  Más importante aún, una evaluación honesta de nuestras responsabilidades morales para con Irak debe comprometer a nuestra nación a una política de transición responsable....Las fuerzas militares de nuestra nación deben permanecer en Irak tanto tiempo como sea necesario para una transición responsable, yéndose lo más pronto posible en vez de más tarde”.

La declaración del Obispo Wenski, “Hacia una Transición Responsable en Irak”, se hizo pública el 12 de Enero.

“La cuestión moral central no es solamente el momento de la retirada de los Estados Unidos, sino más bien la naturaleza y la extensión del compromiso internacional y de los Estados Unidos que permita una transición responsable hacia la seguridad y la estabilidad del pueblo Iraquí”, declaró el Obiospo Wenski.

“Nuestra nación se encuentra en una encrucijada en Irak”, dijo el Obispo Wenski.  “Tenemos que evitar dos direcciones que distorsionen la realidad y limiten las respuestas apropiadas.  Tenemos que resistir un pesimismo que puede mover a nuestra nación a bandonar las responsabilidades morales que aceptó al usar la fuerza y puede tentarnos a retirarnos de Irak prematuramente sin considerar las consecuencias morales y humanas.  Tenemos que rechazar un optimismo que deja de reconocer claramente los errores pasados, la inteligencia fallida, y la planificación inadecuada con relación a Irak, y reduce al mínimo los retos serios y los costos humanos que se encuentran por delante”.

El Obispo Wenski observó que “la Conferencia de nuestros Obispos expresó repetidas veces graves preocupaciones morales sobre la intervención militar en Irak y las impredecibles e incontrolables consecuencias negativas de una invasión y de una ocupación....Al mismo tiempo, nuestra nación no puede sencillamente mirar atrás.  La intervención en Irak ha traído consigo una nueva serie de responsabilidades morales para ayudar los iraquíes a asegurar y reconstruir a su país”.

Una transición responsable en Irak significa establecer una serie de puntos de referencia, incluyendo:  “alcanzar niveles de seguridad adecuados; establecer las reglas de la ley; promover la reconstrucción económica para ayudar a crear niveles razonables de empleo y oportunidad económica; y apoyar el desarrollo de estructuras políticas para avanzar la estabilidad, la participación política, y el respeto a la libertad de culto y de los derechos humanos básicos”, dijo el Obispo Wenski.

Cuatro retos clave para una transición responsable citadas por el Obispo Wenski incluyen:
  • el terrorismo, y la respuesta de esta nación al mismo;

  • la violación de los derechos humanos de las personas bajo la custodia de los Estados Unidos y de las fuerzas iraquíes;

  • las amenazas a la libertad de culto y a las minorías religiosas en Irak; las dificultades de los refugiados;

  • y hacerle frente a otras responsabilidades de nuestra nación.

Terrorismo:  Nuestra Conferencia condena inequívocamenbte todos los ataques terroristas, especialmente aquéllos que están dirigidos a los civiles”, dijo el Obispo Wenski.  “Cuando se requieren respuestas tácticas militares, tenemos que no olvidar nunca que la más amplia lucha con el terrorismo, junto con nuestros compromisos morales básicos y nuestras obligaciones legales, demandan el respeto de los derechos humanos”.

“A la luz de continuos reportes profundamente perturbadores de persistentes violaciones de los derechos humanos de personas bajo la custodia de las fuerzas armadas de los Estados Unidos y...de las recién reconstituidas fuerzas iraquíes, nuestra Conferencia de Obispos urge una vez más a que se tomen pasos inmediatos para ponerle fin a estas violaciones, para prevenir futuros acontecimientos, y para descubrir cómo sucedieron”, dijo el Obispo.

Libertad de Culto:  El Obispo Wenski dijo que la libertad de culto es una “libertad fundamental que es crítica para una paz justa y duradera en Irak.  Una plena libertad de culto para todas las personas y para todos los cuerpos religiosos en Irak, contribuiría a la estabilidad y ayudaría a evitar conflictos sectarios”, dijo él.  “Sin garantías de libertad de culto, la capacidad de los cuerpos religiosos minoritarios para salvar las divisiones sectarias, lo cual han hecho con frecuencia en el pasado, y para contribuir al renacer de un Irak democrático y próspero, podría ser socavado….Un Irak verdaderamente democrático, tiene que continuar acomodando a sus minorías religiosas, especialmente a las cristianas”.

Refugiados:  Con respecto a los refugiados, el Obispo Wenski dijo que “La guerra y la continua inestabilidad en Irak, han resultado en un fluir significativo de refugiados de Irak, especialmente entre los cristianos y otras minorías religiosas que sufren ataques y discriminación”.  El expresó que Emmanuel-Karim Delly, el Patriarca caldeo de Bagdad, le ha rogado a los gobiernos occidentales que protejan a los refugiados iraquíes.

“Nuestra Conferencia urge a los Estados Unidos y a la comunidad internacional a que provean un mayor apoyo y una mayor atención a la situación difícil de los iraquíes refugiados y que buscan asilo”, dijo el Obispo Wenski.  “Seguimos creyendo que la política de los Estados Unidos hacia los iraquíes refugiados y que buscan asilo es demasiado restrictiva”.

Otras responsabilidades de los Estados Unidos:  “El conflicto tan costoso en Irak, demanda una mayor garantía de recursos humanos y económicos, mas Irak no puede convertirse en una excusa para ignorar otras necesidades apremiantes en el país y en el extranjero, especialmente nuestras responsabilidades morales para con los pobres en nuestra propia nación y en países que están desarrollándose”, declaró el Obispo Wenski.  “Nuestra Conferencia reitera la necesidad de proteger a los pobres en el país y en el extranjero al establecer nuestras prioridades nacionales”.

El Obispo Wenski dijo que los Obispos desean expresarle su preocupación a los miembros de las fuerzas armadas y a su familia, “quienes se encuentran en medio de este terrible conflicito.  También afirmamos la labor extraordinariamente importante de los capellanes militares”.

Esta nación “tiene que actuar con un realismo constructivo e informado que nos ayude a aprender del pasado y a movernos hacia adelante”, dijo el Obispo Wenski.  “Aún más inmediatamente, nuestra nación tiene que envolverse en un diálogo cortés serio para andar por el camino difícil hacia una transición responsable que busque ayudar a los iraquíes a asumir la responsabilidad de construir un futuro mejor para sí mismos – un futuro que contribuya a la paz en la región y más allá de ella.  Este diálogo nacional tiene que comenzar con una búsqueda de la ‘verdad’ acerca de dónde nos encontramos en Irak y no con una búsqueda de ventajas políticas o de justificaciones para posturas pasadas”.

A continuación se encuentra el texto completo de la declaración del Obispo Wenski “Toward a Responsable Transition in Iraq” / Hacia una Transición Responsable en Irak.

Toward a Responsable Transition in Iraq / Hacia una Transición Responsable en Irak
A Statemente of Bishop Thomas G. Wenski / Una Declaración del Obispo Tomás G. Wenski
Bishop of Orlando / Obispo de Orlando
Chairman, USCCB Committee on Internacional Policy / Presidente del Comité de Política Internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos

Enero 12, 2006-01-14

El Reto en Irak

Al comenzar un nuevo año y casi tres años después del inicio de la guerra, la situación en Irak continúa siendo compleja, incierta, y peligrosa – para el pueblo iraquí, para la región, para nuestra nación, y para nuestro personal militar.  El precio de la guerra se mide por las vidas perdidas y por muchas más heridas, por la persistente violencia y las sublevaciones, y por las luchas diarias de los iraquíes para construir un futuro para su nación destrozada.  Nuestra Conferencia de Obispos llora la muerte de más de 2,100 hijos e hijas de nuestra nacióny de miles de iraquíes.  Compartimos el dolor de un sin número de personas que han sido heridas y mutiladas y de aquéllos cuya vida nunca será la misma.  Ha habido logros.  Un dictador ha sido depuesto y se han celebrado elecciones, mas el costo humano y social de estos logros tiene que ser reconocido.

No hay una manera sencilla o fácil adelante.  La estabilidad continúa siendo difícil de alcanzar y los esfuerzos reconstructores son disparejos, inadecuados y están frecuentemente reducidos por la falta de seguridad.  Nuestra Conferencia se ve animada por el valor y la determinación de tantos iraquíes que votaron en las recientes elecciones parlamentarias.  Esperamos que estas elecciones habrán de ser un importante paso hacia adelante, mas todo el mundo reconoce que las elecciones representan solamente un paso en un largo camino.

Como Obispos y párrocos, buscamos ofrecer algunas reflexiones morales para ayudar a guiar a nuestra nación a lo largo del difícil camino que tenemos por delante.  Mientras reconocemos que personas de buena voluntad pueden no estar de acuerdo con los prudentes juicios que ofrecemos, nuestra tradición religiosa nos llama a hacer brillar la luz de la fe y de la enseñanza social de la Iglesia sobre las dimensiones morales de las decisiones futuras que tenemos por delante.  Esperamos que nuestras reflexiones habrán de contribuir a un serio diálogo cortés nacional para ayudar a nuestra nación a trazar un camino hacia adelante que responda tanto a las dimensiones morales como a las humanas de la situación en Irak.

El Reto a Dialogar

Nuestra Conferencia de Obispos siente que las discusiones referentes a Irak han llevado con demasiada frecuencia a debates improductivos que están marcados por la polarización y por posturas políticas de muchos lados.  Es importante para todos reconocer que tratar las cuestiones referentes a las decisiones que nos llevaron a la guerra, la manera en que se condujo y sus repercusiones, es necesario y patriótico.  Es igualmente importante que estas cuestiones sean discutidas con cortesía, de modo que la reflexión necesaria y la deliberación cuidadosa no se pierdan en un bombardeo de ataques y contra-ataques.  En cambio, nuestra nación necesita discusiones serias y corteses sobre alternativas que enfaticen la planificación de una transición responsable en Irak.  Nuestra Conferencia espera que esta declaración pueda ayudar a contribuir a tal diálogo.

Ya que tanto está en juego para Irak, para nuestra nación, para la región y para el mundo, nuestra nación no puede permitir que la justificación de posiciones pasadas y los ataques partidaristas de otros remplacen un debate real, sostenido, serio y cortés.  El diálogo no progresa retando los motivos o la integridad del prójimo o super-simplificando los retos que encaramos.

Hoy, algunos no ven virtualmente progreso alguno en Irak y argumentan a favor de una retirada estratégica rápida.  Otros ven un progreso enorme y hacen un llamado a un continuado y firme envolvimiento.  Nuestra Conferencia rechaza toda evaluación de la realidad que sea tanto demasiado pesimista como demasiado optimista.  Nuestra nación no puede permitirse el lujo de un debate estridente y banal que distorsione la realidad y reduzca las opciones a “largarse” versus “aguantar hasta el fin”.  En cambio, necesitamos una franca discusión que comience con una evaluación honesta de la situación en Irak y reconozca tanto los errores que se han cometido como los signos de esperanza que han aparecido.  Más importante aún, una evaluación honesta de nuestras reponsabilidades morales para con Irak debe comprometer a nuestra nación a una política de transición responsable.

El Reto Moral

Es bien sabido que nuestra Conferencia de obispos expresó repetidas veces preocupaciones morales acerca de la intervención militar en Irak y las impredecibles e incontrolables negativas consecuencias de una invasión y de una ocupación.  Preocupaciones similares fueron poderosamente articuladas por el Papa Juan Pablo II y por la Santa Sede.  Los eventos de los últimos tres años, la ausencia  de evidencia de armas de destrucción masiva, la continua violencia y los disturbios en Irak han reforzado esas preocupaciones éticas.  A la luz del criterio moral de la tradición de la guerra justa, nuestra Conferencia permanece altamente escéptica respecto al concepto de la “guerra preventiva”.  Como el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia declara:  “Envolverse en una guerra preventiva sin una pruebba clara de que un ataque es inminente, no puede dejar de levantar serias cuestiones morales y jurídicas”. i

Al mismo tiempo, nuestra nación no puede sencillamente mirar hacia atrás.  Ahora tenemos que mirar alrededor y adelante.  La intervención en Irak ha traido consigo una nueva serie de responsabilidades morales para ayudar a los iraquíes a asegurar y reconstruir a su país y para tratar las consecuencias de la guerra para la región y para el mundo.  La cuestión moral central no es solamente el momento de la retirada de los Estados Unidos, sino más bien la naturaleza y la extensión del envolvimiento de los Estados Unidos e internacional que permita una transición responsable hacia la seguridad y la estabilidad del pueblo iraquí.

Como el difunto Papa Juan Pablo II dijo tras la guerra de Irak:

Ya se conocen los muchos intentos realizados por la Santa Sede para evitar la grave guerra en Irak.  Hoy lo que importa es que la comunidad internacional ayude a poner a los iraquíes, liberados de un régimen opresor, en condiciones de ser capaces de tomar de nuevo las riendas de su país, consolidar su soberanía y determinar democráticamente un sistema político y económico que refleje sus aspiraciones, de modo que Irak pueda una vez más ser un verdadero socio de la Comunidad Internacional. ii

El Reto de una Transición Responsable

Las fuerzas militares de nuestra nación deben permanecer en Irak solamente el tiempo que tome una transición responsable, yéndose más pronto más bien que más tarde.  Le damos la bienvenida a los reportes de noticias recientes que sugieren que los niveles de las tropas serán reducido en lo que los iraquíes asumen una mayor responsabilidad por su propia seguridad.  Mas es importante para los Estados Unidos enviar señales aún más claras de que las metas de la política de los Estados Unidos son ayudar a los iraquíes a asumir el control pleno de su goboierno y no ocupar la nación por un período indeterminado.  Como un ejemplo, nuestro gobierno debe declarar que la presencia de personal militar de los Estados Unidos y de bases en Irak tiene que ser una decisión iraquí que respeta las necesidades y la soberanía del pueblo iraquí.

A pesar de pasos incorrectos pasados y de dificultades actuales, nuestra nación necesita urgentemente buscar  ampliar el apoyo y la participación internacional en la estabilización y la reconstrucción de Irak.  Esta tarea será difícil, pero aún es necesaria.  Asegurar un apoyo internacional más amplio y más profundo, fortalecerá la legitimidad y la efectividad de los esfuerzos de nuestra nación, mas también requerirá darle a los socios y aliados internacionales una voz y responsabilidades verdaderas.  Transfiriéndole alguna responsabilidad y algún control operativo del proceso de estabilización y reconstucción a una entidad internacional más aceptada, trabajando en sociedad con los iraquíes, requerirá que los Estados Unidos provean un continuo apoyo económico y militar y también que le cedan algún control a otros.

Como le dijo el Papa Juan Pablo II al Presidente Bush en el 2004:

Es el deseo evidente de todos que esta situación sea normalizada ahora tan pronto como sea posible con la participación activa de la comunidad internacional y, en particular, de la Organización de las Naciones Unidas, para asegurar un pronto retorno de la soberanía de Irak, en condiciones de seguridad para todo su pueblo. iii

Una transición responsable en Irak significa establecer una serie de puntos de referencia básicos, incluyendo:

  • alcanzar niveles de seguridad adecuados;

  • establecer las reglas de la ley;

  • promover la reconstrucción económica para ayudar a crear niveles razonables de trabajo y oportunidad económica; y

  • apoyar el desarrollo de estructuras políticas para avanzar la estabilidad, la participación política, y el respeto por la libertad de culto y los derechos humanos básicos.

En la enseñanza social católica, la paz es más que la ausencia de la guerra;  está construida sobre la base de la justicia.  La paz envuelve la defensa de los derechos humanos, la búsqueda del desarrollo humano integral y la promoción del bien común. iv  Nuestro Santo Padre el Papa Benedicto XVI escribió recientemente:

Así la paz viene a ser vista a una nueva luz: no como la mera ausencia de la guerra, sino como una armoniosa coexistencia de ciudadanos individuales dentro de una sociedad gobernada por la justicia, una en la que el bien también se alcanza, tanto como sea posible, para cada uno de ellos. v

La Iglesia Católica tiene una experiencia significativa y creciente en promover la construcción de la paz y la reconciliación después de un conflicto en varias regiones del mundo, incluyendo Las Filipinas, Sud Africa, Burundi, Mozambique, Guatemala, Los Balcanes y otros lugares.  Los líderes y las instituciones de la Iglesia han ayudado a muchos pueblos en lo que caminan el esforzado pero necesario camino hacia la paz después de la guerra y de la violencia.  La experiencia de la Iglesia y de otros puede ayudar a informar la labor retadora de construir la paz tras la guerra en Irak.

Retos Particulares para una Transición Responsable

Nuestra Conferencia de Obispos cree que nuestra nación y el pueblo iraquí encaran un número de retos particulares que surgen de la compleja, incierta y peligrosa situación en Irak.  Estos retos incluyen:

  • el terrorismo y nuestra respuesta al mismo;

  • la violación de los derechos humanos de las personas bajo la custodia de los Estados Unidos y de la fuerzas iraquíes;

  • amenazas a la libertad de culto y a las minorías religiosas en Irak;

  • las dificultades de los refugiados; y

  • satisfacer otras responsabilidades de nuestra nación.

Violencia y Terrorismo:  Nuestra Conferencia condena claramente todos los ataques terroristas, especialmente aquéllos dirigidos a los civiles.  Nos hacemos eco de la enseñanza de nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI:  “Hoy en día, la verdad de la paz continúa estando dramáticamentecomprometida y rechazada por el terrorismo, cuyas amenazas y ataques criminales dejan al mundo en un estado de temor e inseguridad”. vi  El uso de la fuerza nunca es justo cuando falla en discriminar entre combatientes y no-combatientes en un conflicto.

Al mismo tiempo, nuestra Conferencia reitera que el terrorismo no puede ser combatido únicamente, ni siquiera principalmente,  con métodos militares.  Como advirtiera el Comité Administrativo de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) en el 2002:

Esta “guerra contra el terrorismo” debe ser peleada con el apoyo de la comunidad internacional y principalmente por medios no militares, negando los recursos, los reclutas, y las oportunidades terroristas por sus actos diabólicos. ... Al hacerle frente a los actos diabólicos, que no causa puede justificar, esta “guerra contra el terrorismo” no puede desviarnos del sostenido compromiso de vencer la pobreza, el conflicto y la injusticia, particularmente en el Medio Oriente y en el mundo en desarrollo, los cuales pueden proveer un terreno fértil en el que la desesperanza y el terrorismo florecen. vii

En la frustrante y peligrosa tarea de confrontar a los terroristas, ahora concentrados y activos en Irak, nuestra nación tiene que evitar respuestas militares demasiado agresivas y poco prudentes que pongan en peligro a los civiles, y, de ese modo, debilitar el ganar el corazón y la mente, lo cual es crítico para una lucha a largo plazo con terroristas e insurgentes.  Nuestra tradición moral insiste en que el uso de la fuerza militar tiene que ser proporcionada y discriminada.  Cuando se requieren respuestas de táctica militar, nunca tenemos que olvidar que la lucha más amplia con el terrorismo, junto con nuestros compromisos morales y nuestras obligaciones legales básicos, demandan el respeto por los derechos humanos.

Tenemos que prestarle atención a la advertencia del Papa Juan Pablo II en su Mensaje del Día Mundial de la Paz:

La cooperación internacional en la lucha contra las actividades terroristas también tiene que incluir un compromiso político, diplomático y económico valiente y resuelto a aliviar las situaciones de opresión y marginalización que facilitan los designios de los terroristas.  De hecho, el reclutamiento de terroristas es más fácil en situaciones en las que los derechos son pisoteados y las injusticias toleradas sobre un largo período de tiempo. viii

Es importante distinguir entre la táctica de los ataques terroristas que nunca son justificables, y las preocupaciones políticas que alimentan la insurgencia. Para reducir el apoyo popular a la insurgencia, es críticamente importante ayudar a crear un espacio político viable para Sunni y la minoría participante en Irak.

Derechos Humanos.  A la luz de continuos reportes profundamente perturbadores de violaciones de los derechos humanos de personas bajo la custodia de los militares de los Estados Unidos, y más recientemente de reportes de abusos similares por las nuevamente reconstituidas fuerzas iraquíes, nuestra Conferencia de Obispos urge una vez más a que se tomen pasos inmediatos para ponerle fin a estas violaciones, para prevenir futuros acontecimientos, y descubrir cómo sucedieron.  El abuso y la tortura de los presos políticos viola los derechos humanos.  Simultáneamente, ambos debilitan la lucha contra el terrorismo y los prospectos de una transición responsable en Irak.  Tales abusos debilitan la credibilidad moral de nuestra nación y daña la capacidad de nuestra nación de ganar el apoyo popular en otros países donde se necesita el respaldo para las luchas en Irak y en contra del terrorismo global.  Defender los derechos humanos básicos de los presos políticos también puede fortalecer nuestra insistencia en el tratamiento humano de nuestro propio personal militar que sea hecho prisionero.

Simplemente, nuestra nación tiene que estar a la altura de la prohibición de nuestra propia Constitución en contra de castigos crueles e inusuales, y adherirse a las Convenciones de Ginebra del 1949 y a la Convención en Contra de la Tortura y de Otros Tratamientos o Castigos Crueles, Inhumanos o Degradantes del 1984.  Como líder mundial, la adherencia de nuestra nación a los estándares internacionales tiene que ser ejemplar.  Por estas razones nuestra Conferencia ha apoyado los esfuerzos del Congreso para prohibir el tratamiento o castigo cruel, inhumano y degradante de personas y proveer estándares uniformes para la interrogación de personas detenidas por el Departamento de Defensa.  Nuestra Conferencia también apoya una propuesta para designar a un oficial especial de derechos humanos a la Embajada de los Estados Unidos en Bagdad.

Recientemente el Papa Benedicto XVI afirmó la importancia de la Ley Humanitaria Internacional, e hizo un llamado a todos los países a que obedezcan sus requisitos.  En su Mensaje de Paz del 2006 el Santo Padre declaró:

La verdad de la paz tiene que dejar que su luz beneficiosa brille aún en medio de la tragedia de la guerra.  Los Padres del Segundo Concilio Ecuménico Vaticano, en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, señalaron  que “una vez que la guerra desgraciadamente ha comenzado, no todo se vuelve automáticamente permisible entre partidos hostiles”.  Como un medio de limitar lo más posible las devastadoras consecuencias de la guerra, especialmente para los civiles, la comunidad internacional ha creado una Ley Humanitaria Internacional.  En una variedad de situaciones y en distintos marcos, la Santa Sede ha expresado su apoyo a esta ley humanitaria, y ha hecho un llamado a que sea respetada e implementada prontamente, con la convicción de que la verdad de la paz existe aún en medio de la guerra. ix

Libertad de Culto.  Repetidas veces, nuestra Conferencia ha hecho un llamado por la protección de la libertad de culto en Irak y renueva ese llamado una vez más.  Los Obispos Católicos en Irak han expresado serias preocupaciones con referencia a provisiones conflictivas en la propuesta constitución de Irak y se resisten a su implementación.  A la luz de estas preocupaciones, nuestra Conferencia urge el apoyo activo de los Estados Unidos para animar a que se proteja la libertad de culto más claramente tanto en la ley como en la práctica.

La libertad de culto incluye muchos derechos, no puede limitarse a la libertad de practicar ritos religiosos o a la libertad de rendir culto.  La libertad de culto tiene que incluir el derecho a practicar creencias religiosas solo o con otras personas, en privado o en público; a adquirir y mantener propiedades; a educar a los hijos en su fe y a establecer instituciones religiosas tales como escuelas, hospitales, y agencias de caridad.  La libertad de culto está también directamente relacionada con otras libertades, tales como la libertad de palabra y la libertad de asociación, de modo que las personas de fe puedan compartir libremente ideas y actuar unidas en la plaza pública.  Un Irak verdaderamente democrático tiene que continuar acomodando a sus minorías religiosas, especialmente cristianas.

Refugiados:  La guerra y la continua inestabilidad en Irak han resultado en un fluir significativo de refugiados de Irak, especialmente entre los cristianos y otras minorías religiosas quienes sufren los ataques y la discriminación.  El patriarca caldeo Emmanuel-Karim Delly de Bagdad le ha rogado a los gobiernos occidentales que protejan a los refugiados iraquíes.  El observó que aunque esperaba que las personas se quedaran en Irak, tenía entendido que huían cuando “los niños son secuestrados o asesinados, cuando no hay seguridad, ni paz”. x  Nuestra Conferencia urge a los Estaos Unidos y a la comunidad internacional a que le den un mayor apoyo y una mayor atención a la situación difícil de los iraquíes refugiados y que buscan asilo.  Seguimos creyendo que la política de los Estados Unidos hacia los iraquíes refugiados y que buscan asilo es demasiado restrictiva.

Nuestra Conferencia le hace un llamado a los Estados Unidos a que proteja a los iraquíes refugiados y que buscan asilo, incluyendo a los cristianos y a otras minorías religiosas que huyen de Irak.  En particular, le hacemos un llamado al gobierno para que (1) designe a las minorías religiosas iraquíes como un grupo de preocupación especial con el propósito de determinar la elegibilidad de re-localización de los refugiados, (2) elimine las restricciones actuales sobre la elegibilidad de la re-unificación de las familias en el programa de admisiones de refugiados, (3) provea un rápido procesamiento directamente de Irak de refugiados emergentes para casos de particular vulnerabilidad, y (4) considere cuidadosamente las solicitudes de los iraquíes que buscan asilo, especialmente de las minorías religiosas y de otros individuos vulnerables, y que no rechace su petición de asilo presumiendo que las condiciones permiten un regreso seguro a Irak.

Otras responsabilidades de los Estados Unidos:  El costosísimo conflicto en Irak demanda un compromiso mayor de recursos humanos y económicos, mas Irak no se puede convertir en una excusa para ignorar otras necesidades apremiantes en el país y en el extranjero, especialmente nuestras responsabilidades morales para con los pobres en nuestra propia nación y en los países que están desarrollándose.  Nuestra Conferencia reitera la necesidad de proteger a los pobres en el país y en el extranjero al establecer nuestras prioridades nacionales.  Como observamos en la carta de Febrero del 2005 de nuestra Conferencia al Congreso:

Como pastores, creemos que una medida moral fundamental de la política del presupuesto de nuestra nación es si aumenta o disminuye la vida y la dignidad de los más necesitados.  Tristemente, las presiones políticas frecuentemente han dejado a los niños y a las familias pobres fuera del debate nacional y sin un lugar a la mesa.  Nuestra nación necesita un genuino compromiso bi-partidista que enfoque el bien común de todos y en particular las necesidades especiales de los pobres y de los vulnerables.  Estos son tiempos difíciles.  Hay pocas decisiones fáciles.  Pero hay algunas decisiones “correctas”.  En un momento de guerra, de un déficit que va en aumento, y de crecientes necesidades, los líderes de nuestra nación tienen que asegurar que hay recursos adecuados para proteger a las personas pobres y vulnerables tanto en el país como alrededor del mundo. xi

Preocupación Pastoral por el Personal Militar de los Estados Unidos

Como Obispos queremos decirles unas palabras especiales de interés y preocupación a los miembros de nuestras fuerzas armadas y a su familia, quienes se encuentran en medio de este terrible conflicto.  También afirmamos la labor extraordinariamente importante de los capellanes militares.  Ellos sirven a nombre de la Iglesia en un vital servicio pastoral.  Recientemente, el Papa Benedicto XVI recordó la enseñanza del Concilio Vaticano Segundo que “aquéllos que entran a las fuerzas armadas en servicio de su país, deben verse como guardianes de la seguridad y de la libertad” y como contribuyentes al “establecimiento de la paz”.  El prosiguió “animando tanto a los militares Ordinarios como a los capellanes militares a ser , en toda situación y contexto, fieles heraldos de la verdad de la paz”. xii

Nuestra Conferencia quiere ser clara.  Levantar graves cuestiones morales referentes a la decisión de invadir Irak no es dudar de la integridad moral de aquéllos que sirven en las fuerzas armadas.  Expresar cuestiones morales referentes al tratamiento de los prisioneros y de los presos políticos de los Estados Unidos no es poner en duda la integridad profesional de la vasta mayoría de los que están en despliegue.  De hecho, hacer preguntas difíciles es un deber patriótico y moral que refleja nuestros valores y sirve los mejores intereses de nuestra nación y de aquéllos que la sirven con honor.

Cautela y Esperanza

Nuestra Conferencia ha estado en constante diálogo con los encargados de formular la política de los Estados Unidos referente a Irak.  Hemos expresado graves preocupaciones morales con referencia a la “guerra preventiva”, observado las nuevas responsabilidades morales que nuestra nación ha asumido en Irak, trabajado para proteger la libertad de culto en Irak, apoyado los esfuerzos para tratar el abuso de los prisioneros y de los presos políticos, compartido los elementos morales de una “transición responsable”, y buscado contribuir a una discusión seria y cortés referente al camino adelante en Irak. xiii  Sabemos que las declaraciones no son suficientes.  Ha llegado el momento para una reflexión pública que lleve a la acción.

Nuestra nación se encuentra en una encrucijada en Irak.  Tenemos que evitar dos direcciones que distorsionen la realidad y limiten las respuestas apropiadas.  Tenemos que resistir un pesimismo que pueda mover a nuestra nación a abandonar las responsabilidades morales que aceptó al usar la fuerza y pueda tentarnos a retirarnos prematuramente de Irak sin considerar las consecuencias morales y humanas.  Tenemos que rechazar un optimismo que falle en reconocer claramente los errores pasados, la inteligencia fallida, y la planificación inadecuada relacionada con Irak, y le reste importancia a los serios retos y a los costos humanos que están por delante.

En cambio, nuestra nación tiene que actuar con un realismo constructivo e informado que nos ayude a aprender del pasado y a ir hacia adelante.  Nuestros encargados de formular la política a seguir y los ciudadanos tienen que estar dispuestos a hacer preguntas morales difíciles con referencia a la guerra preventiva y a aprender de nuestra experiencia en Irak.  Más inmediatamente, nuestra nación tiene que envolverse en un diálogo serio y cortés para andar por un camino difícil hacia una transición responsable que busque ayudar a los iraquíes a asumir la responsabilidad de construir un futuro mejor para sí mismos – un futuro que contribuya a la paz en la región y más allá.  Este diálogo nacional tiene que comenzar con una búsqueda de la “verdad” de dónde nos encontramos en Irak y no con una búsqueda de ventajas políticas o de justificaciones de posiciones pasadas.

Abrazando la honestidad que se necesita para un diálogo genuino que busque un camino hacia una paz justa en Irak, nuestra nación estaría luchando para encontrar “en verdad, la paz”.  Nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, reflexionó sobre este tema en su Mensaje del Día Mundial de la Paz en el 2002.  “En verdad, paz” es un tema que “expresa la convicción que dondequiera y siempre que hombres y mujeres son iluminados por el esplendor de la verdad, naturalmente se disponen en el camino de la paz”. xiv

Notes

i Pontifical Council for Justice and Peace, Compendium of the Social Doctrine of the Church / Concilio Pontificio por la Justicia y la Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004), no. 501.

ii Pope John Paul II, Address to the Diplomatic Corps, January 12, 2004 / Papa Juan Pablo II, Alocución al Cuerpo Diplomático, Enero 12, 2004.

iii Pope John Paul II, Address to President Bush, June 4, 2004 / Papa Juan Pablo II, Alocución al Presidente Bush, Junio 4, 2004. 

iv See the Compendium of the Social Doctrine of the Church, nos. 494-495 / Ver el Compendio de la Dotrina Social de la Iglesia, nos. 494-495.

v  Pope Benedict XVI, World Day of Peace Message (January 1, 2006), no.6 / Papa Benedicto XVI, Mensaje del Día Mundial de la Paz (Enero 1, 2006), no. 6.

vi Pope Benedict XVI, World Day of Peace Message (January 1, 2006), no.9 / Papa  Benedicto XVI, Mensaje del Día Mundial de la Paz (Enero 1 2006), no. 9.

vii Administrative Comité, United States Conference of Catholic Bishops, Statement on the Anniversary of September 11, September 10, 2002 / Comité Administrativo, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Declaración en el Aniversario de Septiembre 11, Septiembre 10, 2002.

viii John Paul II, 2002 World Day Peace Message (January 1, 2002), no. 5 / Juan Pablo  II, Mensaje del Día Mundial de la Paz del 2002 (Enero 1, 2002), no.5.

ix  Pope Benedict XVI, World Day Peace Message (January 1, 2006), no. 7 /  Papa Benedicto XVI, Mensaje del Día Mundial de la Paz (Enero 1, 2006), no. 7.

x Catholic News Service, “Chaldean patriarch says nations should not turn away fleeing  Iraqis,” October 17, 2005 / Servicio Católico de Noticias, “patriarca caldeo dice que las  naciones no deben rechazar a los iraquíes que huyen”, Octubre 17, 2005.

xi Bishop William S. Skylstad, Letter to Congress on FY 2006 Budget Priorities, February 15, 2005 / Obispo William S. Skylstad, Carta al Congreso sobre Prioridades Presupuestales FY 2006.

xii Pope Benedict XVI, World Day Peace Message (January 1, 2006), no. 8 / Papa Benedicto XVI, Mensaje del Día Mundial de la Paz (Enero 1, 2006), no. 8.

xiii Un ejemplo es el “Colloquium Ethics of War after 9/11 and Irak” / Coloquio Etica de la Guerra Después de 9/11 e Irak.

xiv Pope Benedict XVI, World Day of Peace Message (January 1, 2006), no. 3 / Papa Benedicto XVI, Mensaje del Día Mundial de la Paz (Enero 1, 2006), no. 3.

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