Statement

Declaración del día del trabajo 2003

Year Published
  • 2018
Language
  • English

Renovación de nuestro compromiso en la búsqueda de la justicia para los campesinos


1 de septiembre de 2003

Hace algunas décadas, la difícil situación de los campesinos se encontraba en el primer plano de la atención de la nación.  En esos mismos años leímos “The Grapes of Wrath”  (Las uvas de la ira) y después vimos “The Harvest of Shame” (La cosecha de la vergüenza).  En los años sesentas y setentas, las personas realizaron boicots, marchas y/o ayunos en apoyo a los trabajadores.

El año pasado, se nos recordó, aunque sólo fue brevemente, que la difícil situación de los campesinos sigue siendo una preocupación seria. El fundador de la organización United Farm Workers (Campesinos Unidos), el difunto César Chávez, fue honrado por su liderazgo y visión por parte del Servicio Postal de EE.UU. con una nueva estampilla conmemorativa.  Y en esta primavera, todos observamos con horror cómo se encontró a casi cien campesinos inmigrantes encerrados en un camión remolque, en el calor sofocante.

Fuera de estos titulares ocasionales, las penurias que los campesinos y sus familias siguen sufriendo, raramente se presentan en los noticieros de las tardes, pero siguen reclamando a nuestras conciencias.


Los Obispos y los campesinos

Nuestra Conferencia, desde hace mucho tiempo, ha apoyado a los granjeros y campesinos en su lucha por vivir dignamente y ganar un sueldo adecuado para sus familias, al mismo tiempo que proveen alimentos accesibles y abundantes para nosotros y nuestras familias.  Comenzando a finales de los años sesenta, los Obispos de EE.UU. censuraron sus bajos salarios, los problemas de salud no tratados, la educación y la vivienda inadecuada y la falta de empleo para todo el año.  El difunto Mons. George Higgins, quien redactó esta declaración del Día del Trabajo por tantos años, fue un líder y defensor preeminente de esta causa.  Él condenó el hecho de que la mayoría de los campesinos no están protegidos por las leyes laborales nacionales, incluyendo las del sueldo mínimo y del seguro de desempleo.  La realidad es que estas protecciones laborales siguen penosamente faltando a los campesinos.  Dichas salvaguardas, aparentemente tan modestas, de las cuales gozan otros trabajadores, abrirían perspectivas para una vida mejor.

Más adelante en este año, nuestra Conferencia de Obispos considerará documentos significativos sobre los granjeros, los campesinos y el sector agrícola.  Esta reflexión hará surgir algunos nuevos asuntos como la creciente concentración y globalización, el comercio, y los alimentos modificados genéticamente.  Pero en este Día del Trabajo, debemos enfocarnos en una antigüa prueba para nuestra nación y nuestra Iglesia:  ¿Cómo tratamos a aquellos que cosechan y preparan nuestros alimentos?  Tristemente, ellos son los que el evangelio de Mateo 25 describe como “los más pequeños” de nuestro tiempo.


Los campesinos en la actualidad

En la actualidad, estos trabajadores están cambiándose, cada vez más, de los campos a las fábricas:  trabajando en plantas procesadores de carne y aves y en las grandes empresas de cerdos y ganado.  Estas personas se establecen en las áreas rurales y frecuentemente se encuentran aislados lingüistica y culturalmente y vulnerables a la explotación y discriminación, debido a su situación legal y a las barreras del idioma.  Más del 50 por ciento de los campesinos en los EE.UU. son indocumentados y más del 80 por ciento son nacidos en el extranjero.

Pero su vulnerabilidad no empieza en este país.  Ellos también son víctimas de abusos, en su desesperado intento por llegar a los Estados Unidos.  En mayo, cuando la policía descubrió el camión previamente mencionado, atestado con inmigrantes - diecinueve de los 100 hombres, mujeres y niños habían muerto, incluyendo a un menor de cinco años.  La Patrulla Fronteriza de EE.UU. informa que el año pasado murieron 371 personas cruzando la frontera de EE.UU. con México.  Los funcionarios mexicanos creen que el número es mayor.  No obstante, miles de personas siguen arriesgándose, siguen viniendo buscando trabajo y una mejor vida para ellos mismos y sus familias.  Reconocemos que, como una medida alternativa a la extensa migración ilegal, se debe establecer un camino legal justo y legítimo que proteja los derechos laborales básicos de los trabajadores extranjeros y que reconozca la realidad de tantos de estos trabajadores del campo.  Además, los campesinos que ya se encuentran trabajando en los EE.UU. deben tener la oportunidad de obtener la residencia legal permanente.

Cuando los campesinos vienen, a menudo encuentran trabajos mezquinos, vivienda decrépita, y condiciones inseguras.  Algunos terminan viviendo debajo de los puentes y hasta en cuevas.  Aquellos que sí encuentran vivienda en los campos laborales a veces viven sin las medidas sanitarias adecuadas, a pesar de las leyes de salubridad estatales y federales.  Es común que se infrinjan las leyes del salario y del horario.  Sus hijos frecuentemente se ven obligados a trabajar con ellos en los campos porque sin su ayuda, la familia posiblemente no sobreviviría.  Ellos pueden enfrentar la muerte y lesiones laborales por el equipo agrícola peligroso y la amenaza de envenenamiento por los pesticidas que se utilizan para proteger los cultivos.

Algunos granjeros tratan bien a sus trabajadores y se les debe felicitar y reconocer sus esfuerzos en este Día del Trabajo.  Pero demasiados no lo hacen y a menudo confían en sus contratistas laborales, quienes, en ocasiones, esencialmente trafican con el trabajo y sufrimiento humano a cambio del lucro económico.  Muchos de nosotros parecemos conformarnos con bajar la vista o ignorar la realidad de tantas personas que proveen nuestro alimento y que viven en tal miseria.


Más acción es necesaria

Hacemos un llamado a nuestra nación para que elabore políticas que reflejen el respeto fundamental por la dignidad y los derechos de los trabajadores agrícolas.  Como mínimo, debemos asegurarnos que los trabajadores agrícolas ganen sueldos adecuados para ellos y sus familias y que vivan en condiciones seguras y humanas.  Existe la necesidad de una reforma de inmigración comprehensiva, en la cual figure la legalización para asegurar que los migrantes indocumentados obtengan el estatus legal y puedan hacer valer sus derechos laborales básicos.

Nuestra enseñanza católica afirma que la economía, incluyendo al sector agrícola, debe servir al pueblo y no al revés.  El trabajo es algo más que una manera de ganarse la vida y la agricultura es más que un ejemplo prominente de nuestra participación en la creación de Dios.  La enseñanza católica sobre la dignidad del trabajo nos llama a que participemos en el trabajo productivo y que apoyemos el derecho a un salario adecuado y justo, al cuidado de la salud y al descanso.  Los trabajadores, incluyendo a los trabajadores agrícolas, tienen el derecho de organizarse para proteger sus derechos y de tener voz en el lugar de trabajo.

En California, después de varios años de esfuerzos por organizarse, el "United Farmworkers' Union" (UFW) (Sindicato de Campesinos Unidos) recientemente firmó un contrato con el empleador directo más grande de la nación para los trabajadores de la fresa, muchos de los cuales son inmigrantes recientes.  El contrato obtenido con tanto esfuerzo debe mejorar los salarios, los beneficios, las condiciones de trabajo y la protección laboral de algunos 800 trabajadores cerca de Watsonville, California.  Aplaudimos los esfuerzos de los trabajadores, los cultivadores y de la UFW por negociar estos cambios.

Sin embargo, aun cuando los trabajadores se hayan organizado, sus empleadores pueden rehusarse a negociar un contrato con el nuevo sindicato.  A nivel nacional, el 32 por ciento de los trabajadores todavía no cuenta con un contrato, dos años después de la elección inicial.  Debido a las leyes laborales deficientes e ineficaces, organizar a los trabajadores es difícil, en el mejor de los casos, especialmente a campesinos que cuentan con menos protección laboral.  La reciente legislación de California, que requiere arbitraje obligatorio para que los trabajadores que se organicen obtengan un contrato, es un punto favorable.


Conclusión

En este Día del Trabajo, al reflexionar sobre el trabajo y los trabajadores en esta tierra, renovemos nuestro compromiso de apoyar solidariamente a los campesinos y a otros trabajadores agrícolas al defender su vida y su dignidad y ayudémosles a obtener salarios adecuados, condiciones de trabajo seguras y mayor protección laboral.  Apoyemos a los hombres y mujeres en Immokalee, Florida, quienes cosechan tomates, a los trabajadores de Maryland y Delaware en las plantas procesadoras de aves, a los cosechadores de frutas y verduras en California, y a los empacadores de carne en la región del oeste medio.  La lucha de los trabajadores agrícolas quizá no se incluya en los noticieros de las tardes o en los titulares, pero debería estar en el centro de nuestros pensamientos, reflexiones y prioridades al celebrar este año el Día del Trabajo.

Cardenal Theodore E. McCarrick
Presidente del Comité de Política Doméstica
United States Conference of Catholic Bishop


 

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