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Información general

El último domingo de cada año litúrgico, la Iglesia celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo o Cristo Rey.

El Papa Pío XI instituyó esta fiesta en 1925 con su encíclica Quas primas ("En la primera") para responder al creciente nacionalismo y secularismo. Reconocía que estos males relacionados con la sociedad generarían creciente hostilidad en contra de la Iglesia. La fiesta de hoy nos recuerda que a pesar de que los gobiernos y las ideologías van y vienen, Cristo reina como Rey eterno.

En la primera etapa del siglo XX, en México, Rusia y en muchas partes de Europa, los regímenes ateos amenazaban no solo a la Iglesia católica y a sus fieles, sino a la civilización en sí misma. La encíclica del Papa Pío XI les dio a los católicos esperanza y —mientras los gobiernos en torno a ellos se derrumbaban— la seguridad de que Cristo Rey reinará por siempre. El Papa Pío XI dijo que Cristo “reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque Él es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de Él y recibir obedientemente la verdad” (Quas primas, 6).

Quas primas sigue resultando cierta. En los últimos años, las campañas laicistas agresivas intentaron marginar a la Iglesia y otras instituciones religiosas. En respuesta al aislamiento y pérdida de solidaridad que acompañaban a estos ataques laicistas, los movimientos racistas se tornaron más influyentes en Estados Unidos. Ahora, como siempre, debemos volcar nuestra mirada al rostro de Cristo, que es el Señor de todas las naciones.

Primera lectura - 2 Samuel 5,1-3

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía a Israel, pues ya el Señor te había dicho: ‘Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo;  tú serás su guía’”.

Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel.

  • El reinado de David nos señala el reinado de Cristo, y revela el contraste entre los reinos del mundo y el Reino de Dios. Saúl busca sus propios intereses, mientras que David reina conforme la voluntad de Dios. Las tribus se acercan a David para ungirlo como su rey. Del mismo modo, Cristo es el rey del nuevo pueblo de Israel. Todas las personas están invitadas a participar en su Reino.
  • Esta es la obra de Dios de reunir a su pueblo: usa a su rey como instrumento para atraer a la gente que está dispersa Dios continúa esta obra en la Iglesia al usar el instrumento de su Iglesia y sus ministros para apacentar a las ovejas.
  • El pueblo se proclama a sí mismo como "somos de tu misma sangre"; su identidad más profunda es ser parientes de David. Esto mismo sucede con todos nosotros en Cristo, como enseña San Pablo en la segunda lectura: Todo fue creado por medio de él y para él Somos de su "misma sangre”. Solo al seguirlo, encontramos la libertad auténtica.
  • [Una manera importante en la que nosotros, la Iglesia en los Estados Unidos, participamos en el Reino de Cristo del servicio es mediante el cuidado a los pobres. La Campaña Católica para el Desarrollo Humano (CCHD, sigla en inglés) es el programa de los obispos de Estados Unidos para abordar las causas fundamentales de la pobreza en nuestro país. En el transcurso de 40 años, CCHD financió casi 8 mil proyectos que empoderan a los pobres a reunirse y solucionar problemas de la comunidad. CCHD financia proyectos que producen cambios reales y duraderos. Hoy, realizaremos la colecta para financiar esta Campaña.]

Segunda lectura - Colosenses 1,12-20

Hermanos:
Demos gracias a Dios Padre,
el cual nos ha hecho capaces de participar
en la herencia de su pueblo santo,
en el reino de la luz.

Él nos ha liberado del poder de las tinieblas
y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado,
por cuya sangre recibimos la redención,
esto es, el perdón de los pecados.

Cristo es la imagen de Dios invisible,
el primogénito de toda la creación,
porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas,
del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles,
sin excluir a los tronos y dominaciones,
a los principados y potestades.
Todo fue creado por medio de él y para él.

Él existe antes que todas las cosas,
y todas tienen su consistencia en él.
Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
para que sea el primero en todo.

Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud
y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas,
del cielo y de la tierra,
y darles la paz por medio de su sangre,
derramada en la cruz.

  • San Pablo describe el efecto del amor misericordioso de Dios por nosotros en Cristo. Estábamos bajo el dominio del reino del mal y el pecado y se nos "ha liberado del poder de las tinieblas" y se nos ha convertido en miembros del Reino de su Hijo.
  • El Papa Francisco comenta este pasaje diciendo lo siguiente: "Jesús es el centro de la creación; y así la actitud que se pide al creyente, que quiere ser tal, es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras. Y así nuestros pensamientos serán pensamientos cristianos, pensamientos de Cristo. Nuestras obras serán obras cristianas, obras de Cristo, nuestras palabras serán palabras cristianas, palabras de Cristo. En cambio, la pérdida de este centro, al sustituirlo por otra cosa cualquiera, solo provoca daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo."
  • Cristo es Rey de todo el universo porque “en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra... Todo fue creado por medio de él y para él”. Como enseñó el Concilio Vaticano Segundo (Gaudium et spes 22) solo en Cristo se revela la verdadera identidad del hombre. La Iglesia (Pío XI, Encíclica Quas primas) instituyó esta fiesta en 1925 para recordar a un mundo cada vez más laico que solamente reconociendo nuestro origen y final en Cristo, las personas y sociedades encontraremos paz, justicia, libertad y felicidad. Cristo es la medida auténtica de toda la creación, incluidos los gobiernos, estados y sociedades.
  • Los Santos son grandes testigos de la primacía de Cristo frente a la injerencia del gobierno. San Tomás Becket, San Tomás Moro, y en especial el Beato Miguel Pro, que murió con los brazos extendidos gritando “Viva Cristo Rey,” dieron testimonio de la importancia de Cristo en la sociedad hasta derramar sangre. Aunque los cristianos en Estados Unidos no se enfrentan con esas terribles circunstancias, debemos pedirle a Dios la gracia de enfrentar nuestros propios desafíos con valor y caridad. Además, debemos rezar todos los días por los cristianos que enfrentan severas persecuciones en lugares como China, partes de África y el Medio Oriente.
     

Evangelio - Lucas 23,35-43

Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo:
“A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.

También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”.  Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: "Este es el rey de los judíos”.

Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

  • La cruz revela plenamente el reinado de Cristo. Para el mundo, la cruz es el ámbito de un criminal, pero como Ruperto de Deutz, abad medieval, la llamó, la cruz de Cristo es el “Trono del amor”. Esto lo repite el Papa Francisco: “Los reinos de este mundo a veces se construyen en la arrogancia, rivalidad, opresión; el reino de Cristo es un 'reino de justicia, de amor y de paz’… Hablar de potencia y de fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de la Cruz y a la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e íntegro, incluso ante el rechazo, y que aparece como la realización última de una vida dedicada a la total entrega de sí en favor de la humanidad."
  • El Reino de Cristo no se expande por la fuerza, sino por el poder del amor de Cristo que atrae todas las cosas a sí mismo. La Iglesia no impone el Evangelio a nadie, sino que lo presenta a todos, invitándolos por el amor de Cristo a vivir la plenitud de la vida como sus súbditos.
  • El Reino de Dios cambia el estado de todos los reinos humanos. Cuando los cristianos proclaman a Cristo como el Señor, ningún otro señor puede adjudicarse su lealtad sin reservas. Solo a Jesucristo le damos nuestra completa fidelidad.
  • Cristo es una clase diferente y nueva de rey. Por lo general pensamos en los reyes cubiertos de joyas y ropa fina. Imaginamos que los siguen un gran séquito. Cristo Rey es despojado, golpeado y coronado no con joyas ni oro, sino con espinas. Únicamente lo acompañan su Madre afligida, su joven amigo y algunas mujeres devotas. Cristo nos enseña que su Reino pertenece no a los que parecen tener poder en este mundo sino a los pobres y humildes que abrazan la cruz. Cuando caminamos con Jesús y unimos nuestro sufrimiento al suyo, llegamos a experimentar su gloria y vida en la resurrección.
  • San Dimas, el buen ladrón que fue crucificado con Jesús, nos enseña que nadie está fuera del alcance de la misericordia de Dios. Nunca es demasiado tarde para acudir a Cristo y pedirle el perdón de los pecados. Como sacerdotes, vivimos esto en cómo la misericordia de Dios puede hacer regresar a la gente a él, incluso al final de la vida. No es poco común ofrecer los sacramentos de Reconciliación y de Unción de los enfermos a las personas que están cerca del final de su vida. La misericordia de Cristo Rey llega a ellos en sus últimos momentos, y pueden escuchar las palabras que San Dimas escuchó: “hoy estarás conmigo en el paraíso”.

 

Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios  II , propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.

 

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