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Información general

 
El último domingo de cada año litúrgico, la Iglesia celebra la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo o Cristo Rey.

El papa Pío XI instituyó esta festividad en 1925 con su encíclica Quas primas ("En primer lugar") para responder al creciente secularismo. Él reconocía que intentar "expulsar a Jesucristo y su santa ley" de la vida pública generaría una continua discordia entre los pueblos y las naciones. Hoy nos recuerda que, mientras los gobiernos pasan, Cristo prevalece como Rey por siempre.

En la primera ETAPA del siglo XX, en México, Rusia y en muchas partes de Europa, los regímenes ateos amenazaban no solo a la Iglesia católica y a sus fieles, sino a la civilización en sí misma. La encíclica del papa Pío XI les dio a los católicos esperanza y —mientras los gobiernos en torno a ellos se derrumbaban— la seguridad de que Cristo Rey reinará por siempre. El papa Pío XI dice que Cristo "reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie –entre todos los nacidos– ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús".

En el año 2018, la Iglesia enfrenta presiones externas y crisis internas. Además de los desafíos que enfrentan los cristianos en una sociedad secular, el cuerpo de Cristo también debe atender las heridas que causaron a la Iglesia sacerdotes y obispos que cometieron actos de abuso sexual por sí mismos o no respondieron a los abusos con justicias cuando tuvieron la oportunidad. El papa Pío XI les recuerda a los fieles que Cristo reina en todo el mundo por siempre. Este año, volvamos a dedicarnos a reconocer el reino de Jesucristo y a su Sagrado Corazón en todos los aspectos de nuestra vida.

Primera lectura – Daniel 7,13-14

Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
Vi a alguien semejante a un hijo de hombre,
que venía entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano de muchos siglos
y fue introducido a su presencia.
Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino.
Y todos los pueblos y naciones
de todas las lenguas lo servían.
Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno,
y su reino jamás será destruido.

Notas

  • El profeta Daniel tiene una visión de alguien como el Hijo del Hombre que recibe el dominio de todos los pueblos, las naciones y los reinos. Cuando Jesús estaba ante Caifás, habló sobre el cumplimiento de esta visión en sí mismo (ver Mateo 26,64). Jesús juzgará a todas las naciones, y Él trabaja por medio de Su Iglesia en el mundo.
  • Pareciera que esta visión no se cumple. Muchos países del Occidente están alejándose de su fe. Los cristianos del Este Medio, Nigeria, China y otros lugares padecen una persecución intensa y violenta. Los cristianos no son los únicos que sufren. Los musulmanes en lugares como Birmania y China también padecen grandes persecuciones. Además de todas estas luchas, la Iglesia en muchos lugares ha dilapidado su credibilidad para lidiar con estos problemas al no erradicar la corrupción y la inmoralidad dentro de sus propias filas. Esto no debería sorprendernos, puesto que siempre ha sido una lucha para los fieles. Daniel tuvo esta visión cuando su pueblo estaba exiliado en Babilonia. Y la visión relatada en esta lectura comienza con una profecía de cuatro terribles poderes en la tierra que imponen guerra y opresión.
  • Con el paso del tiempo, todos los poderes de la tierra se desvanecen, mientras que los logros dedicados al reino de Dios permanecen. Después de todo, el imperio romano y los reinos de la Edad Media han desaparecido hace mucho, pero la Iglesia ha preservado lo mejor de sí. La Iglesia permanece, preservando, a menudo, lo mejor de las culturas en las cuales se encontraba. El tiempo pone fin a todas las naciones de la tierra, pero Cristo redime lo mejor de cada lugar.

Salmo responsorial – Salmo 93,1.1-2.5

R. (1a) Señor, tú eres nuestro rey.
Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes.
Estás revestido e poder y majestad.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
Tú mantienes el orbe y no vacila.
Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.
R. Señor, tú eres nuestro rey.
Muy dignas de confianza so tus leyes
y desde hoy y para siempre, Señor,
la santidad adorna tu templo.
R. Señor, tú eres nuestro rey.

Notas

  • El salmista celebra la gloria de la permanencia del reino de Dios y Sus preceptos. Nuevamente, esta visión es difícil de ver cuando estamos inmersos en un mundo de guerras, caos, escándalos y divisiones.
  • En medio de todo este caos y conflicto, la verdad de Dios resplandece y, de hecho, aumenta en este tiempo. La Iglesia enseña la misma fe que siempre ha enseñado. Y, a pesar de nuestros distintos orígenes, la Iglesia une a los pueblos en Cristo. Formamos un cuerpo al participar del cuerpo de Cristo.

Segunda lectura – Apocalipsis 1,5-8

Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa.

"Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso."

Notas

  • Juan ve a Jesús como el gran gobernante de reyes de la tierra, quien hace de Su pueblo un reino libre, liberado del pecado y capaz de ser "sacerdotes de Dios, su Padre". Esta visión describe lo que es la verdadera libertad, principalmente, la libertad del pecado y la libertad de participar en el amor de Dios. Los estadounidenses a menudo confunden qué es la libertad. Si uno pregunta qué es la libertad, la respuesta más común probablemente sería la capacidad de hacer lo que a uno le gusta. Sin embargo, esa es la libertad de un animal salvaje, que es realmente el dominio de los deseos propios sobre el llamado a la santidad y al amor verdadero. Como dice Jesús, "El que vive en el pecado es esclavo del pecado" (Juan 8,34; ver también Romanos 6,5-14).
  • No obstante, como dice el papa Juan Pablo II en el capítulo 8 de su último libro, Memoria e identidad, "La libertad es para el amor". Porque el amor es lo único que no se puede forzar. Este debe darse libremente y recibirse libremente; de lo contrario, no es amor. Y el amor, tan libremente dado y recibido determina, como dice San Juan, que hemos nacido de Dios y conocemos a Dios (ver 1 Juan 4,7). ″ En este contexto, vemos la legítima base de la libertad y los derechos humanos. Nos corresponden ciertos derechos porque tenemos el llamado a poner en práctica el amor de Dios de muchas maneras. El papa Benedicto escribe: "es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales estos se convierten en algo arbitrario". (Caritas in veritate, 42). Esta conexión entre derechos y deberes puede parecer una limitación, pero, de hecho, es la única base firme para la dignidad y la libertad humanas.

Evangelio: Juan 18,33b-37

Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le contestó: "¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?" Pilato le respondió: "¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?" Jesús le contestó: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí."

Pilato le dijo: "¿Conque tú eres rey?" Jesús le contestó: "Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."

Notas

  • Aquí vemos la gran paradoja de Jesús cuando este muestra Su poder por medio del sufrimiento. A nivel superficial, parece que Pilato es el que tiene poder. Y Jesús parece el líder fracasado, cuyos seguidores no estaban con Él. Pero, con sagrada sabiduría, vemos lo contrario. El aparentemente poderoso gobernador romano, de hecho, se acobarda frente a las muchedumbres y permite una muerte que sabe no es justificada y, por lo general, solo mantiene la apariencia de orden. Por el contrario, Jesús, asumiendo el ideal de los reyes que guían a sus ejércitos al combate, avanza triunfante para enfrentar al pecado y la muerte, preparándose para vencerlos.
  • El Oriente corta su vínculo con sus raíces. Como ha dicho el papa Benedicto XVI: "Hoy en día, ese consenso ha sido "erosionado" considerablemente por poderosas corrientes culturales que no solo son opuestas a las enseñanzas morales fundamentales de la tradición judeo-cristiana, sino que cada vez son más hostiles al cristianismo como tal. Es fundamental que toda la Iglesia católica de Estados Unidos comprenda las amenazas graves a su fe impuestas al testimonio moral público de la Iglesia en la política y la cultura".
  • Como católicos, contribuimos al desarrollo del bien común en nuestra sociedad al dar fe del reino de Cristo en la vida pública. El papa Francisco alentó a los católicos estadounidenses en este sentido en su discurso en la Casa Blanca: "Los católicos estadounidenses están comprometidos con la construcción de una sociedad verdaderamente tolerante e inclusiva, con la protección de los derechos de las personas y las comunidades, y con el rechazo de toda forma de discriminación injusta. Como a muchas otras personas de buena voluntad, les preocupa también que los esfuerzos por construir una sociedad justa y sabiamente ordenada respeten sus más profundas inquietudes y su derecho a la libertad religiosa. Esa libertad sigue siendo una de las riquezas más preciadas de Estados Unidos. Y, como han recordado mis hermanos obispos de Estados Unidos, todos estamos llamados a estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro o comprometerla".
  • Al fracasar en tantas ocasiones en el abordaje adecuado del abuso sexual que proliferó en la Iglesia y el enfrentamiento del pecado dentro de la Iglesia de manera firme y honesta, la Iglesia ha debilitado considerablemente su testimonio moral, la voz que debe oírse. Jesús le dice a Pilato que todo los que pertenecen a la verdad escuchan la voz de Jesús, el rey. La Solemnidad de Cristo Rey es un día para que los católicos vuelvan a entregarse a la verdad oyendo la voz de Cristo y a reconocer el reino de Cristo obedeciendo su palabra. Es únicamente bajo el reino de Cristo, nuestro rey soberano, que veremos la renovación en nuestra Iglesia y en nuestro país.

Oración de los fieles

Diácono/Lector:

  1. Por el papa Francisco, nuestro obispo N., y todos los ministros de la Iglesia, que sus prédicas y su ejemplo alienten a los fieles a permanecer firmes en sus creencias como testigos del Evangelio; roguemos al Señor…
  2. Por nuestro presidente, gobernador, legisladores, jueces y todos los que están al servicio del bien común, que por medio del don de la sabiduría celestial, nunca se cansen en su labor por defender la libertad religiosa y la protección de la conciencia para todos; roguemos al Señor
  3. Para quienes disciernen el llamado de Dios en su vida: que estén abiertos a escuchar la voz del Señor y encuentren apoyo para aceptar su invitación a servir libremente en amor; roguemos al Señor…
  4. Por los muchos ministerios de la Iglesia, especialmente nuestras instituciones educativas, centros de atención médica, centros comunitarios y servicios de caridad, especialmente la Campaña Católica para el Desarrollo Humano: que puedan gozar de plena protección para cumplir su misión; roguemos al Señor…
  5. Por los enfermos que anhelan sanarse, por los moribundos, y para quienes son llamados a curar y consolar a los enfermos y a los que sufren: que tengan la libertad de seguir su fe, mientras cumplen sus deberes profesionales; roguemos al Señor…
  6. Por todos nosotros, que nos reunimos en oración, confiando en la gracia de Dios para salvar: que, por medio de los dones del espíritu, tengamos la sabiduría para conocer la voluntad de Dios y encontremos el valor para dar testimonio de su amor; roguemos al Señor…
  7. Por quienes han muerto y por todos los que lloran y están de luto por su fallecimiento: que la promesa de la resurrección para los justos les dé esperanza; roguemos al Señor...

 

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